lunes, 21 de diciembre de 2009


Icono político y Agresión Física

Uno de los posibles listados de los íconos políticos del siglo XX instalaría los retratos de Castro – Che Guevara – Churchill - Hitler – Kennedy – Lenin y Mao, con sus semblantes impolutos revelando aspectos de su carácter y de su fortaleza para avalar sus programas políticos.

La historia, por otra parte, encodifica la errata de sus expresiones para las nuevas generaciones.

Ahora la imagen de Silvio Berlusconi, protegiéndose y refugiándose de la agresión física que le ha derribado dientes y piel de la cara, probablemente inaugure, en este siglo, otra iconografía de personeros políticos: la de los agredidos por los ciudadanos (algo se veía venir cuando el presidente Georges Bush esquiva un zapatazo; y en la escena local es insalvable el episodio del jarro de agua lanzado al rostro de la ministra de educación Mónica Jiménez.

Sin embargo, cabe preguntarse dónde está la errata de este acontecimiento massmediático. La información que corrige el hecho noticioso podría estar asentado en la diagramación de la página del diario La Tercera del día miércoles 16 de diciembre de 2009, donde el diseñador gráfico puso en un mismo eje lector la fotografía de Berlusconi, captada segundos después de la agresión, y a pocos centímetros la fotografía de un réplica metálica de la catedral de Milán, posada en la palma de una mano masculina.

La polaridad semántica de ambas fotografías –una delictual y otra turística- trastocan el sentido de su origen: la aparente lejanía del poder (=el primer ministro italiano ha sido agredido como cualquier hijo de vecino) y la conversión del objeto cultural (=la turística réplica cardenalicia ha mutado en proyectil, en arma), dejando atrás la función artística, destinada a la contemplación estética y a la memoria.

En una primera aproximación, el lector puede suponer que a la base la intención del diseñador de la página fue ‘didactizar’ la noticia para los lectores y apoyar positivamente su comprensión lectora.

Cabe preguntarse por la segunda intención.

domingo, 6 de diciembre de 2009

PoetasyPromesas


El díptico del candidato a diputado, que declara vocación literaria, modifica la lógica de la oferta electoral puesto que lo usual es que ésta se encamine en un registro fotográfico que documente su interacción comunitaria, donde se incluyen padrinazgo/madrinazgo (en este caso, su padre -un exdiputado- lo acompaña en la contraportada), que garanticen al lector una certera adscripción a una red social de importancia, con eficaz conexión a los hitos del poder.

Sin embargo, en el díptico en cuestión, en su interior comparece -ocupando menos de la cuarta parte- la oscura fotografía de la maqueta del futuro Hospital Regional de Talca.

Esta maqueta –genéricamente: volumétrico ensayo de realidad- prefigura el plan proselitista del candidato a diputado; por otra parte, informa acerca del ‘gancho’ que intencionadamente contacta al lector, puesto que el nuevo hospital es una necesidad del entorno talquino. No obstante, los creativos de su campaña no fotografiaron la maqueta real, sino que buscaron la fotografía que divulgó la prensa. Esta búsqueda les llevó a imprimir en el díptico una imagen oscura, con grises muy saturados, que va muy consonancia con el apodo que la prensa amarilla impuso al recinto: el Hospital de la Muerte.

Lo que cuesta admitir es que en su comando de campaña no haya habido la voluntad de disponer de un registro fotográfico menos patético y que, por el contrario, resultase más auspicioso.

La medida de comparación podría ser una propaganda de una oferta inmobiliaria, publicada en el ejemplar de noviembre de una de las revista de televisión por cable; allí el lector enfrenta la siguiente composición iconográfica: una maqueta de un conjunto residencial, constituido por varios edificios de departamentos, está asentada sobre el teclado de un notebook y ocupa el ochenta por ciento de la superficie de la página. La imagen está envuelta en una tonalidad luminosa

La doctrina política, que ofrece una fotografía a oscuras de la principal oferta de una campaña política, contrasta con la oferta inmobiliaria, apreciándose disminuida, casi como portada de novela negra.