
De las instituciones privadas tal vez sean los bancos las que disponen abiertamente al público sus inmuebles.
Así, entonces, la celebración oficialista del bicentenario a la que accede una gran cantidad de público ocurre entre sus muros.
Estas instituciones han preparado una suerte de míseras instalaciones, compuestas por fardos de paja, que operan como escenario de exhibición de chupallas, espuelas, chamantos, mates, volantines, emboques, trompos y aperos.
Con este material objetual se define la identidad que celebra el bicentenario. Tal definición- no es oficial- proviene de la elite financiera privada y pública
Estos miniescenarios identitarios son perfectamente asimilados por el grueso público y se homologan con lo que sucede, para tal efecto, en las instituciones escolares.
La posición de los arreglos no interfiere el desplazamiento entre el público y las cajas pagadoras. Tampoco el desplazamiento dentro de los bancos.
Esos trazos de identidad se apoyan en elevadas columnas y muros, alimentando la mirada del hastío por parte del público.