jueves, 17 de marzo de 2011

El Proyecto sin nombre

De manera informal fui invitado a ‘conversar’. ‘Vamos a estar en la Villa Edén’. Ese fue el enunciado-invitación.
A eso de la una de la tarde, con una temperatura que debe haber estado bordeando los treinta y dos grados, llegué a la esquina que me había precisado Loreto Pérez, artista visual. Desde unos trescientos metros de distancia, cuando me aproximaba, divisé un telón blanco. Supuse que se trataba de un tipo de móvil publicitario. Y a más cerca me di cuenta que se trataba de un toldo, con capacidad de mover las telas rectangulares que hacen la función de separadores. El piso esta hecho con ensamblaje de cuadrados de madera prensada. En el centro estaba instalada una video cámara. También había una media docena de sillas de oficina, recién adquiridas. En ninguna parte había identificación, ya sea de una ONG o el logotipo del gobierno. En esos momentos, Loreto Pérez conversaba con una dueña de casa del vecindario, que en sus manos sostenía un delgado álbum familiar. Ella se veía desanimada. Loreto Pérez dijo que el esposo de su interlocutora, ya fallecido, había llegado en el Winnipeg.
Se encontraba también el artista visual Mauricio Gutiérrez. Con él conversé fuera del alcance de la video cámara. Le dije que la primera impresión que me provocaba la instalación del toldo en plena calle era la de un confesionario improvisado en una campaña misionera. Loreto Pérez sería la sacerdotisa católica que misiona confesando a los vecinos. Mientras conversé con Gutiérrez, y Simón Fuentes, artista visual talquino, y quien supe después, diseñó el toldo desmontable, no dejó de fotografiarnos y grabarnos. Estuve una media hora y me retiré. A unos cien metros me topé con Loreto Pérez, que acompañaba a la vecina a su domicilio, supuse. Me invitó para el día siguiente.
Domingo 16 de Enero de 2011.-
A la misma hora del día anterior, llego hasta el toldo. Está instalado en la misma esquina y no hay identificación de ningún tipo. Esta vez Loreto Pérez conversa con un niño de unos nueve años. Le pregunta por los juegos que practica. Después le dice que vaya a invitar a su hermano menor. El niño regresa al poco rato con su hermano de unos cuatro años.
Mientras permanece conversando de tópicos similares, la video cámara y las cámara fotográfica no cesó de funcionar, en manos de Simón Fuentes. En un momento llegó la compañera de Fuentes, Claudia, acompañada de su padre, empleado de una industria metalmecánica. Conversamos Pérez, Gutiérrez y yo. El suegro de Fuentes escuchó atentamente un rato, hizo un comentario y después se retiró. Durante los dos días, estuvo un hombre joven y nunca supe que papel tenía en el asunto. Estuvo en silencio, arrellanado en la silla.
Cuando me retiraba, Claudia se acercó a regalarme una chapa, con la intención que yo la llevara puesta. En letras mayúsculas se lee “Q’TLK?”. Y de fondo se observa un diagrama en perspectiva isométrica del cubo virtual del toldo y sus potenciales despliegues. Le pregunté quien financiaba ese accesorio. No respondió. Me di cuenta que ninguno quiso responder. Ella adujo que era un regalo suyo, argumentación dudosa para una estudiante de un instituto de formación técnica. En una actitud maníaca eligieron una, pues las tienen en distintos colores, y Loreto Pérez la prendió en mi camisa. (Los niños y la anciana del día anterior también la llevaron puesta después de recibir el sacramento de la confesión)
No me quedó claro el rol de Gutiérrez, dado que está viviendo en Curicó y debe haber viajado a Talca para estar presente ambos días.
Sábado 15 de Enero de 2011.-

INAUGURACIÓN DEL COLECTIVO LA VENTANA

La inauguración había sido programada para las 16:00 horas.
A las 16:00 horas, opté por comenzar a leer un texto de presentación.
Después, de manera informal, se estableció un diálogo con la recién asumida directora del Centro de Extensión Pedro Olmos de la Universidad de Talca, Marcela Albornoz.
Me permití precisar algunos aspectos vinculantes entre la gestión universitaria utalina y los agentes culturales locales ligados al desarrollo de las artes visuales.
1.- La actitud, que ha tenido tanto la anterior gestión como la de otras instituciones de igual rango, que yo he calificado de mezquindad historiográfica. Recordé que en el Proyecto fondant Segundo Encuentro de Artistas Visuales de la Región del Maule (1998) hube de incorporar en los gastos de operación la impresión de un tríptico. El proyecto concluyó con una muestra en el Centro de Extensión Pedro Olmos. Al solicitar el recinto se me informó que carecían de fondos para tal efecto.
2.-La apuesta de la anterior gestión se adscribió a una pauta conservadora donde no cupo la divulgación de ninguna práctica contemporánea, cuyo límite cronológico fueron obras de los años sesentas. Así, expliqué, resultaba inconcebible que, desde los noventas a la fecha, ningún artista seleccionado para representar al país en las distintas bienales no haya llegado a las salas del Centro de Extensión, cuyo espacio es lejos uno de los más aptos en regiones.
3.- La sistemática política de invisibilización de los actores locales. Mencioné el hecho de que el artista visual Alejandro Cáceres presente en la inauguración, donara una obra en el año 2003 a la pinacoteca de la Universidad de Talca, y ésta fuera excluida del catálogo Bicentenario, publicado en 2009, donde se catalogó el fondo de obras universitario utalino.
En la improvisada conversación asistieron artistas locales.
Martes 23 de Noviembre de 2010.