sábado, 28 de enero de 2012

Remedo

En Talca el público ha podido apreciar instalaciones ‘académicas’ (Gonzalo Cienfuegos, Kena Larraín (en este paréntesis cabe exceptuar las instalaciones exhibidas en la Galería Centro que, por las características de la administración, se ofrecen a la contemplación y no al recorrido ni a la inserción del espectador)). Sin embargo, en el lapso de doce años, al recordar y preguntarse por aquellas que en su efectividad estética superan la Escuela de la Instalación, sobresalen tres: la dedicada a la memoria de su padre, realizada por el artista Rubén Reyes, en el Segundo Encuentro de Artistas Visuales de la Región del Maule (1998), escenificada en el Centro de Extensión de la Universidad de Talca. La otra, jugada en la ‘revancha de la copia’, es la instalación ‘Jardín Suprematista’ del artista Mauricio Gutiérrez, (2005) puesta en obra en el marco del convenio Galería Gabriela Mistral-UTAL.
La tercera es Remedo, de Fulvio Fernández, en el Centro de Extensión de la Universidad Católica del Maule (2011). Aquí es necesario detenerse porque, primeramente, se despoja de la convención de las materialidades y objetos asentados en el piso; ahora, éstos -agujas e hilos- penden del cielo -imposible no asociar los instrumentos de costura con el signo el relato de la espada de Damocles-; tercera precisión: Si Reyes se definía por la cultura de la memoria (biográfica, filial) y Gutiérrez irrumpía perversamente en la revisión crítica de la historia del arte, Remedo ostenta un significativo afán de no complacer al público por el hedonismo de las materialidades y se muestra como producto cultural refractario a ese tan conocido supuesto de complacencia del artista, propia de la mirada acrítica. En Remedo no ha quedado ningún eslabón suelto: lo estricto de la materialidad, la regularidad geométrica de su disposición, la fragmentariedad del texto-disponible para el espectador/lector fuera del área donde se emplazó la instalación- y la suerte de premonición social al resolver su ejecución en el punto exacto de la aglomeración del público en la entrada del teatro. Insoslayable

sábado, 21 de enero de 2012

“A Reconstruir la Política Chilena”

Esta frase, escrita con grueso trazado de pintura negra sobre calaminas a las que se les ha tergiversado su uso: alineadas verticalmente ahora conforman un muro provisorio de una céntrica vivienda del antiguo casco urbano talquino, colapsada por efecto del terremoto.
Su lectura induce a interpretación, que solo puede surgir como escenario que, en un caso, está demolido o en peligro de demolición y ruina (un año 2011 impensadamente convulso y desestabilizador del orden político oficial); en otro caso, la interpretación, podría emerger a partir de un clásico recurso del marxismo vulgar que nos dice que ‘el pueblo es sabio’, es decir, literalidad sin atención a la escenificación.
La tercera opción de lectura podría suscitarse desde el hecho siguiente: el soporte de la escritura social –mandato, mensaje positivo- está precarizado por la ruina urbana y, en tal caso, a la base, hay un optimismo sin vuelta o delirio.
Pero si uno quisiera preguntarse por la identidad de la tienda política que está refrendando el mensaje, no podría asegurarse que viene desde el oficialismo derechista ni desde la oposición centro-izquierdista. Pero tampoco se observa pregnancia utopizante, como un ’construyamos la política chilena’; cabe, preguntarse, entonces, de cuál lógica política, tanto en el oficialismo político como en el arco ideológico, desplegado por las movilizaciones sociales, el sujeto de esta escritura social estaría tomado de un hilo.
Bitácora Talca Art.- Enero, 2012.