lunes, 23 de febrero de 2009

EXTASIS


Viernes 20 de Febrero de 2009.-
M.O.T.S.-
S. Sarduy en su libro Escrito sobre un Cuerpo describe una pintura de Martial Raysse. El cuadro recibe la representación de cuatro cubos utilizados para la enseñanza del abecedario. Estos en cada cara muestran una letra. En el cuadro, Raysse deja a la percepción inmediata del espectador cuatro caras de igual numero de cubos, cuyas letras forman la palabra mots (en francés, palabras). Podríamos decir que Sarduy rescata e identifica una de las primeras ‘pinturas conceptuales’, que saltan la fase del Contenido para enfatizar la centralidad de la Comunicación, de la que es portador el objeto-cuadro.
Esta experiencia estética, y la reflexión derivada, revivió la tercera semana de enero de 2009, cuando el noticiero regional Red Maule de la Televisión Nacional informó que la Policía de Investigaciones había logrado detener a sujetos que ideaban distribuir en la región mil ochocientas dosis de la droga denominada ‘éxtasis’
En los segundos que duró la transmisión de la noticia los televidentes pudieron alcanzar a verla la disposición de cientos de pastillas dispuestas en una mesa cubierta con un mantel oscuro, formando las fila ortogonales de pastillas cada letra de la palabra ‘extasis’. Esta palabra la subrayaban dos líneas formadas con dos regulares disposiciones de pastillas, dando cuenta del axioma kandisnkiano de que la línea la forma una sucesión de puntos. Y además esta doblemente apostrofada, es decir, es una cita bibliográfica, en su presentación.
En la sección Crónica de los días19 y 20 de Enero, el Diario El Centro enseña la imagen descrita, el lector puede leerla y observar que en la fotorreportaje del segundo día, una joven detective está en un segundo plano, como si recién hubiese terminado de disponer sobre la mesa ‘tipográficamente’ las pastillas, evidencias del éxito de la pesquisa policial.
Si la PDI dispone dentro de su organigrama de un Departamento de Relaciones Públicas, queda la interrogante acerca del mensaje de la información. Queda la duda respecto de si la intención es glorificar o enmarcar la eficiencia de la operación policial o comunicar un contenido nebuloso, porque de otra manera para qué apostrofar, subrayar y, lo que es principal: disponer un material prohibido para connotar y denotar simultáneamente. Si a la joven detective cupo la tarea de abrir cada envase de las pastillas y luego ordenarlas hasta dibujar las siete letras, ¿quisieron hacer relevante la droga o denostarla ante la opinión pública?
O dándole a la PDI el beneficio de la seriedad de un organismo ’comprometido en combatir el flagelo de las sustancias ilícitas’, cabe la posibilidad de que no sea la responsable del hecho comunicacional descrito sino la prensa sensacionalista, puesto que la Reforma Procesal Penal prohíbe entregar los rostros de los inculpados, ergo, es necesario buscar otro recurso iconográfico que ilustre el éxito de una operación policial; sin embargo, ante esta posibilidad el lector puede preguntarse dónde queda la responsabilidad de una probable oficina de RRPP.
O cabe una opción comunicativa planteada por la autoridad estatal quien, enterada de que es la sociocultural de la imagen la que gobierna al final de cuentas, ordena ‘cacarear los huevos’; en este caso, haciendo notar sus logros. Y la última opción: la genialidad tautológica de la presentación de la evidencia no es responsabilidad de la PDI ni de los aparatos comicacionales gubernamentales, sino de los fotorreporteros, esos grandes suministradores de la mejor iconografía de las representaciones del arte contemporáneo.

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