viernes, 3 de febrero de 2012

Fuera de Ruta

Con la muestra fotográfica Fuera de Ruta1 culmina, en la práctica de la fotografía en Talca, un tránsito desde la foto-documental al arte de la fotografía (2).
Hacia finales de los ochentas, los fotógrafos comerciales no vinculan su oficio a las búsquedas estéticas en ningún sentido; aunque sí habían provisto a la comunidad, e impregnado en las retinas de los artistas visuales, importantes de fotografías documentales, cuyo valor estético era precisamente la nula pretensión de riqueza iconográfica.
Es Reinaldo Villar quien recupera el prurito de la connotación de la toma, la conciencia (política) del enfoque y la captura del cotidiano y, por, ende, despeje de los efectismos. A mi juicio, esto lo cumple como programa de fotografía documental etnográfica que llevará a realzar la cotidianeidad de un barrio (la Villa Edén). También, de una manera estricta y escueta, da un primer paso en la difusión de la fotografía, publicando semanalmente una foto, en el formato de la fotorreportaje, y compartiendo a los lectores del periódico local la ficha técnica con las especificaciones atingentes al uso de una cámara fotográfica analógica. Uno podría aventurar que dentro de ese programa cabe cierta animación político cultural de las ideas de la izquierda epocal.
En la misma década, deja la pintura y se pliega a la práctica de la fotografía Héctor Labarca. El pone fin al monopolio que estaba en manos de Reinaldo Villar. Su táctica considera la práctica de difusión de la fotografía, remultiplicándola al entregar en una plana entera del periódico local una fotografía de los maestros modernos y contemporáneos. Labarca deja atrás los requiebros de los tecnicismos y genera una reflexión escrita en cada entrega. Por otra parte, acentúa las muestras y exposiciones y agrega valor a los efectismos en su producción.
Otro aspecto interesante de la arremetida en el protagonismo de Labarca consiste en que su oferta supera lo estricto de la documentación fotográfica etnográfica, circunscrita a lo barrial, llevada a cabo por Villar. Para Labarca, el enfoque y la toma es irrestricto, es decir, prácticamente nada de lo local ha quedado fuera del registro fotográfico. Labarca es un fotógrafo pluriobservador y en su registro caben todas las imaginerías. Su mirada clasemediana- (asimilable a lo que se llamó en los noventas ‘centro-centro’, con una declarada ‘apoliticidad´) se abre a todo el espectro ‘espectacular’ de lo maulino y talquino.
En la década del 2000 viene el tercer momento con las muestras que hace Alfredo Morán. A través de su gesto vuelve la fotografía en blanco y negro y toma como referencia la pose y el desnudo femenino desprovisto de la espectacularidad que suele encontrarse en la photo fashion y el porno. Se centra en la relectura del original. Cabe consignar que este género no estaba en los registros de Labarca ni de Villar. Y es gracias a Alfredo Morán que uno puede preguntarse a quienes, de los fotógrafos locales, que aparecían en la microescena talquina, les animaba un conservadurismo practicante. Y los escasos registros, en el género del desnudo, aportados por Orlando Mellado, en comparación, con los de Morán resultan mínimos, opacos. El radicalismo de la apuesta de Morán es insoslayable y su mérito remarcable se ancla en la precariedad de medios.
Casi simultáneamente Francisco Flores realiza muestras donde instala una estética de la mirada a lo urbano y un enfoque casi minimalista del efectismo que se produce con el conocimiento de la ciencia de la toma. Flores reposiciona disciplinadamente la centralidad de lo estético como pesquisa de/en la realidad - esto lo emparenta con la práctica de E. Gumberger-.
El último estadio es la muestra Fuera de Ruta, donde vuelve a aparecer Francisco Flores. Para no abundar, la muestra trae perfiladas con nitidez, la violencia de género, el desnudo, la crisis medioambiental, ‘la deriva situacionistas’ como programa, el cuerpo. Si cabe una homologación con la coyuntura vivida en el año en que se hace la muestra, no podría dejar de identificarse con la movilización social acontecida en los meses previos. Es en tal sentido que a los fotógrafos reunidos se les podría identificar con una avanzada- en los imaginarios locales- de la conciencia ciudadana.
Resumidamente, en dos décadas se ha visto un tránsito desde la mirada social (Villar) y conservadora clase mediana (Labarca) hasta llegar a la movilización ciudadana, en Fuera de Ruta.
1.- Diciembre 2011.- Centro de Extensión Pedro Olmos Universidad de Talca
2.- Quedan fuera de este económico recuento la fotografía de Elizabeth Gumberger porque el texto se centra en el protagonismo de los agentes culturales locales; también Simón Fuentes y Loreto Pérez, si bien ambos han hecho uso de la fotografía, sus trabajos podrían encasillarse en la post-fotografía, es decir, en aquel hacer artístico que adquiere la fotografía como materialidad, en detrimento del registro. Tampoco está incluida la fotografía de Orlando Mellado, cuyo norte estético se encamina por los códigos de la foto publicitaria y, en relación a centralidad de su obra pictórica, es menor.

sábado, 28 de enero de 2012

Remedo

En Talca el público ha podido apreciar instalaciones ‘académicas’ (Gonzalo Cienfuegos, Kena Larraín (en este paréntesis cabe exceptuar las instalaciones exhibidas en la Galería Centro que, por las características de la administración, se ofrecen a la contemplación y no al recorrido ni a la inserción del espectador)). Sin embargo, en el lapso de doce años, al recordar y preguntarse por aquellas que en su efectividad estética superan la Escuela de la Instalación, sobresalen tres: la dedicada a la memoria de su padre, realizada por el artista Rubén Reyes, en el Segundo Encuentro de Artistas Visuales de la Región del Maule (1998), escenificada en el Centro de Extensión de la Universidad de Talca. La otra, jugada en la ‘revancha de la copia’, es la instalación ‘Jardín Suprematista’ del artista Mauricio Gutiérrez, (2005) puesta en obra en el marco del convenio Galería Gabriela Mistral-UTAL.
La tercera es Remedo, de Fulvio Fernández, en el Centro de Extensión de la Universidad Católica del Maule (2011). Aquí es necesario detenerse porque, primeramente, se despoja de la convención de las materialidades y objetos asentados en el piso; ahora, éstos -agujas e hilos- penden del cielo -imposible no asociar los instrumentos de costura con el signo el relato de la espada de Damocles-; tercera precisión: Si Reyes se definía por la cultura de la memoria (biográfica, filial) y Gutiérrez irrumpía perversamente en la revisión crítica de la historia del arte, Remedo ostenta un significativo afán de no complacer al público por el hedonismo de las materialidades y se muestra como producto cultural refractario a ese tan conocido supuesto de complacencia del artista, propia de la mirada acrítica. En Remedo no ha quedado ningún eslabón suelto: lo estricto de la materialidad, la regularidad geométrica de su disposición, la fragmentariedad del texto-disponible para el espectador/lector fuera del área donde se emplazó la instalación- y la suerte de premonición social al resolver su ejecución en el punto exacto de la aglomeración del público en la entrada del teatro. Insoslayable

sábado, 21 de enero de 2012

“A Reconstruir la Política Chilena”

Esta frase, escrita con grueso trazado de pintura negra sobre calaminas a las que se les ha tergiversado su uso: alineadas verticalmente ahora conforman un muro provisorio de una céntrica vivienda del antiguo casco urbano talquino, colapsada por efecto del terremoto.
Su lectura induce a interpretación, que solo puede surgir como escenario que, en un caso, está demolido o en peligro de demolición y ruina (un año 2011 impensadamente convulso y desestabilizador del orden político oficial); en otro caso, la interpretación, podría emerger a partir de un clásico recurso del marxismo vulgar que nos dice que ‘el pueblo es sabio’, es decir, literalidad sin atención a la escenificación.
La tercera opción de lectura podría suscitarse desde el hecho siguiente: el soporte de la escritura social –mandato, mensaje positivo- está precarizado por la ruina urbana y, en tal caso, a la base, hay un optimismo sin vuelta o delirio.
Pero si uno quisiera preguntarse por la identidad de la tienda política que está refrendando el mensaje, no podría asegurarse que viene desde el oficialismo derechista ni desde la oposición centro-izquierdista. Pero tampoco se observa pregnancia utopizante, como un ’construyamos la política chilena’; cabe, preguntarse, entonces, de cuál lógica política, tanto en el oficialismo político como en el arco ideológico, desplegado por las movilizaciones sociales, el sujeto de esta escritura social estaría tomado de un hilo.
Bitácora Talca Art.- Enero, 2012.

viernes, 30 de diciembre de 2011

Reclamo de Espectador

1° de Diciembre
A la salida de una muestra colectiva de fotografías, Fuera de Ruta, en una de las salas del Centro de Extensión Pedro Olmos de la Universidad de Talca, la fotógrafa alemana Elizabeth Gumberguer me dice que su muestra fotográfica del registro de la ciudad de Talca, tomas que ella hizo inmediatamente después del terremoto del 27 de Febrero, no llegó hasta Santiago, como le había sido ofrecido por el Departamento de Extensión de la Universidad de Talca. Sólo alcanzó hasta dos de sus sedes de provincia. Soy testigo que la Encargada de Colecciones de la Universidad de Talca le plantea que esa muestra sólo será posible en marzo de 2013. Y esta fecha es incierta.
2 de Diciembre
Asisto al mismo Centro a adquirir el libro de Bernardo Subercaseaux, cuyo lanzamiento se llevará a efecto. Simultáneamente se está llevando a cabo una titulación de la carrera de Agronomía. Todo está retrasado. Decido adquirir el libro y no quedarme a la presentación. Saludo a la Directora de Extensión de la Universidad de Talca. Le pregunto por qué la impuntualidad. Dice que pronto comenzará. Le pregunto por el valor del libro. Menciona un precio. Pregunto a quien puedo comprarlo. Ella muestra la mesa donde se ven los ejemplares. Dice que el señor Subercaseaux es un gran historiador, que le hizo clases a ella en un magister que cursó en Santiago. Le planteo la situación de dilación y demora de la muestra de E. G en Santiago. Inquiere acaso ha sido la fotógrafa la que ha cuestionado el asunto. Le digo que no, que es un asunto mío. Dice que han hecho mucho por itinerar la muestra. Le digo que creo necesario que le cumplan con la muestra en Santiago, que no me parece razonable, esperar dos años para llevarla a la capital. Pregunta si yo estoy reclamando. Por supuesto, digo. A continuación, le planteo que recuperen la razón porque esa muestra perderá con la dilación. Dice Disculpe, pero yo recuperé la razón, y se retira enojada.
Me acerco a preguntar quién vende el libro a una secretaria; su respuesta es que debo hablar directamente con el autor, quien no se divisa entre los titulados, sus parientes y amigos que están acercándose al lugar en que está preparado el coctel, salón contiguo al de la sala donde se llevará a efecto la presentación del libro. Lo esperamos. Después de varios minutos aparece Bernardo Subercaseaux. Le explico que deseo comprarle el libro y que no puedo quedarme al lanzamiento. Caminamos a la mesa donde están los ejemplares. Le pago el valor. El dice que ‘otra chica alta que anda por ahí’ me entregará el recibo. La miramos entre el público y ella se nos acerca. El me pregunta si no quiero que me lo dedique. Por supuesto, le digo. Ninguno de los dos tiene un elemento con qué romper el plástico que envuelve el envase. Ella lo rompe incrustándole un lápiz. El, con una caligrafía muy grande, deja un saludo en el primer tomo y me dice que éste tiene una memoria visual de trescientas imágenes. Le pregunto “textos suyos quedaron en el compendio de la Revista de Crítica Cultura”. Sí, algunos deben andar por ahí, dice. Ella, mientras tanto, a espaldas del historiador, me entrega el recibo de dinero. Me despido. Ella me ofrece una bolsa para echar los tres tomos. La acompaño hasta la oficina de la Dirección de Extensión. Me regaló un pequeño bolso con el logo de la Editorial Universidad de Talca-Chile y en su interior puso los tres tomos de Historia de las Ideas y de la Cultura en Chile, de Bernardo Subercaseaux, publicado por Editorial Universitaria S.A.

jueves, 8 de diciembre de 2011

La Gigantografía de una Guía Comercial

Frente al edificio de la filial del BancoEstado han instalado una valla publicitaria. Esta es la ampliación de una Guía Comercial, que se distribuye –los transeúntes lo han visto sujeta al parabrisas de los vehículos estacionados en el sector céntrico- en el formato de un tríptico, impreso en un formato de 22x27 centímetros. Resumidamente: la han ampliado aproximadamente 2000%. Este gesto ha generado que las imágenes compadezcan en las retinas ciudadanas con las medidas que el grupo de pintores de la generación del Trece definió, en su proyecto de distribución de bienes simbólicos, como formato para las clases medias de principios del siglo pasado.
Instalada frente a la filial del BancoEstado, la valla publicitaria se instala como un signo que parece avisar y revelar el sino de una ciudad: la medianía económica en el mapa local del consumo.

viernes, 25 de noviembre de 2011

CHURRASCAS AL PASO

Tal como la delincuencia ha llegado a ser una estrategia de sobrevivencia apelada por los excluidos del sistema económico, la oferta culinaria --instalada con provisoriedad en el difuso umbral de lo legal/ilegal-- se ha valido de una suerte de acciones relámpago para vender un servicio de comida rápida; lo que hace singular esto actividad es el nexo con la comida popular.
Esta oferta abunda en los sectores populares (allí no es menester preguntarse acaso los funcionarios de salud medioambiental fiscalizan después de la jornada horaria habitual de los empleados públicos). Comúnmente son mujeres quienes instalan asadores en una esquina y ofrecen choripanes o anticuchos.
Sin embargo, en el centro de la ciudad, a una cuadra de la Plaza de Armas, y junto al edificio en construcción de la Fiscalía, y desde que comenzaron la excavación de las fundaciones, dos manipuladoras han instalado una cocina desmontable que funciona durante una hora y media, a partir de las 09:30 horas y ofrecen desayunos a los albañiles y oficinistas del sector. La oferta es singular: churrascas.
Ellas cuelgan del muro un letrero realizado con tipografía e impresión computarizada; los clientes pueden leer con facilidad el letrero y el listado de ofertas y precios.
La lectura del letrero es la siguiente:
“CHURRASCAS AL PASO
-Churrasca Sola
-Churrasca c/ margarina
-Churrasca c/ Plata
-Churrasca c/Jamón
-Churrasca c/ Queso
-Churrasca c/ Palta y Jamón
-Churrasca c/ Jamón y Queso
-Churrasca c/ Palta y Queso
-Churrasca c/ Ave Mayo
-Churrasca c/ Ave Palta
-Churrasca c/ Pernil
-Churrasca c/ Pernil y Palta
-Churrasca c/ Arrollado”
Talca Art. 26 Octubre 2011.-

jueves, 17 de noviembre de 2011

Guerra de Símbolos

Cuando se armaban los toldos para cobijar a los visitantes a la fiesta costumbrista inventada por el alcalde, el noticiero televisivo informó que un abogado se querellaba contra el poder alcaldicio por el uso dado a la Plaza de Armas, sitio sede de la fiesta. El abogado no defendía la Plaza. Su interés se basaba en cautelar su seguridad personal, junto a otros vecinos, por ejemplo al denunciar que no se disponía de vías de acceso para una ambulancia en caso de urgencia.

Por otra parte, la cuestión es que la remodelación de la Plaza Cienfuegos debía ser, en su actual diseño antiteatral, el sitio adecuado para servir a los actores ciudadanos desde sus diversos y variados intereses.

Ante la querella en curso, cabe esta pregunta: ¿por qué el alcalde prefiere quedar como inhumano (la lógica del abogado querellante es irrebatible) a ocupar la Plaza Cienfuegos para su invento festivo?

Por una sola razón: él resultó vencido en la guerra simbólica, cuyo escenario fue la frontera norte de la Plaza Cienfuegos: Las Escuelas Concentradas, establecimiento escolar colapsado por el terremoto y sin embargo reutilizado por los estudiantes secundarios como soporte para colgar un pendón negro que captura la mirada del transeúnte: los muros están pintados de un deslucido color cálido, donde se lee que no aceptarán migajas en la respuesta al petitorio de su movilización.

Así ocurre entonces que el alcalde está amarrado, casi de un modo “bíblico”, porque en ese sitio urbano no puede invitar a comer a destajo cuando en un pendón negro titila la palabra “migajas”.