jueves, 29 de enero de 2009

रोगातिवा Mapuche


Plaza de Armas de Talca.-
Miércoles 17 de Diciembre de 2008.-
Salgo a la Plaza de Armas a eso de las 14:00 horas por la Calle Uno Norte, cruzo la Calle Uno Oriente hacia la esquina nororiente, frente al edificio de la Intendencia Regional. Allí observo una veintena de mapuches, de ambos sexos y edades, ataviados con sus trajes típicos –particularmente las mujeres; los hombres mayores sólo visten la vincha- y tocando kultrunes, pifilkas y trutrukas, mientras giran alrededor de un enramado vertical, del que penden algunas cintas.
Toda la mañana ha estado nublado y lentamente se esparcen las nubes y por los claros se anuncia el calor de la tarde. Resguardado a la sombra de un árbol, me detengo a contemplar el ritual. Cada cierto rato, uno de los danzantes da un grito breve, que enseguida es coreado por los participantes danzantes.
Tres fotógrafos no se distancian del grupo. Uno es Alfredo Morán. Está premunido de una cámara fotográfica digital. Semiarrodillado a unos tres metros del grupo de bailarines, aleja de sus ojos la cámara y, sosteniéndola con sus brazos estirados, calcula el encuadre de la escena. Recuerdo haber contemplado fotografías de Morán donde usara como tema el rodeo chileno; allí captó fragmentos anatómicos de caballos y atavíos de los jinetes y en todas usó la fotografía a la manera de instantánea y la imagen movida. Esas fotografías no parecían realzar ‘el deporte’ del rodeo.
Otros fotógrafos registran los movimientos del baile con videocámaras.
Los espectadores están sentados en los bancos de la plaza, a varios metros de distancia; yo y los fotógrafos nos hemos detenido a cumplir el papel de espectadores de pie y próximos.
Reconozco a una de las bailarinas. Con ella me topaba cada mañana cuando trabajé en el Colegio De La Salle, en la década pasada. Distingo que las ancianas llevan un perfecto tinturado negro en su cabellera y su vestimenta es impecable. Si bien todos son morenos y de similar corpulencia, el vestuario diferencia con distintas situaciones socioeconómicas.
Cuando estoy sacando este tipo de conclusiones, una mujer morena, de unos setenta y tantos años, se para a mi lado. Me dice:
-Ellos son los orígenes de Chile…
-Usted querrá decir: nuestros orígenes- preciso.
Ella replica con convicción:
-Sí; de ahí venimos los chilenos. Y los ladrones y borrachos fueron los españoles; de ahí viene lo malo.
Después, la anciana se aleja en dirección a la Calle Uno Sur.
Minutos más tarde, se acerca Alfredo Morán. Se ve estimulado y en su rostro denota la concentración del fotógrafo para captar la instantaneidad del acontecimiento. Nos damos un saludo apresurado. Descansa unos segundos a la sombra Le pregunto si la celebración corresponde a algo relacionado con el año lunar. El dice:
-Están protestando.
-¿Por qué?- digo.
-Por su cultura…y otras cosas más- dice, con seriedad y un dejo de gravedad en la voz; con ese tono da cuenta de cierta solemnidad que abarca el entorno de los hechos que estamos presenciando.
Enseguida, cuando lo veo preparándose para seguir tomando fotografías, a la rápida le pido su e-mail. Lo dicta y se aleja. Da unas cuantas zancadas y está nuevamente semiarrodillado calculando encuadres.
Continúo contemplando el ritual, que no incorpora ninguna modificación: sonidos musicales-baile-giros grupales alrededor del enramado y grito jubiloso.
Los fotógrafos no paran de hacer tomas.
Se acerca a saludarme Paola Lara, estudiante universitaria de primer año de enfermería. Dice que está acompañando a la madre de su pololo.
-Ella tiene el apellido…-dice. Con esto debo entender que la suegra tiene apellido mapuche.
-¿Qué están haciendo?- digo.
-No sé. Vienen del edificio de la Unión Comunal-dice-. Allá estuvieron haciendo lo mismo.
Le describo la opinión de la anciana, minutos antes, y ella hace un gesto de asombro.
El sol está dominando todo el espacio y el cambio de temperatura es rápido, casi instantáneo. La reunión termina con un grito coreado por los danzantes y luego se reagrupan y hacen comentarios inaudibles para mí. Me despido de Paola Lara y me retiro.
Al día siguiente, el diario el Centro titula” Rogativa Mapuche”. Acompaña el titular con un par de fotografía del grupo de mapuches en un recinto cerrado. La lectura en páginas interiores informa que la actividad se enmarca en un programa de difusión de las culturas originarias.
Algo que he venido precisando a los artistas visuales queda de manifiesto, a propósito de la rogativa: ellos se han replegado. Y los fotógrafos han ocupado su lugar. Morán lo demuestra: (con mayor o menor información) él está en la contingencia. Morán hace contemporánea su práctica, cuestión que, hasta hace unos años, era privativa de los artistas visuales locales. Allí enraizaba su oferta.
(El domingo 14 de Diciembre de 2008 los lectores del Diario El Centro fueron informados de los resultados del Concurso Literario Stella Corvalán, auspiciado por la Municipalidad de Talca. En el titular se leía:,“El Llamado de la Fortuna”. La fotografía que lo acompañaba mostraba, en primer plano, al nuevo alcalde informando con una llamada telefónica al ganador; en un segundo plano, el lector podía observar la silueta del poeta talquino Adriano Améstica, quien sostenía un legajo de papeles. Esa fotografía me pareció ilustrativa de lo que denomino el repliegue del artista)

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